La boya. Un hito del Norte de Chile.

El barrio histórico de Iquique y la zona portuaria con su muelle techado logran dar sombra al puñado de turistas que todos los días del año esperan ansiosos que comience la excursión.

Luego de sacar su ticket en alguna de las empresas que brindan el servicio y ya habiendo recorrido el Museo Naval de Iquique, el cual a un costado del lugar de partida guarda todo lo relacionado con los combates navales que tuvieron lugar en la famosa Guerra del Pacífico (1879-1880). Grandes acorazados y corbetas que surcaron los mares, pero esta vez es sólo una pequeña barcaza la que conducirá a los pasajeros hasta el lugar exacto en que se hundiera la corbeta Esmeralda, donde Arturo Pratt y sus leales hombres perdieron la vida.

Lejos de la tragedia, este paseo hacia “la boya” se ha convertido en uno de los más elegidos por los chilenos así como también por turistas de todo el mundo que quieren conocer no sólo los atractivos turísticos, sino también la historia y la cultura chilena.

El pequeño barco navega alrededor de quince minutos hasta llegar a la boya histórica que marca el lugar exacto donde se hundió la corbeta “Esmeralda”. Ahí la embarcación es detenida y se van sucediendo leyendas y datos que llegan de la voz de quien oficia de guía. Se responden todas las preguntas y, luego en una especie de adiós diario, se vuelve a pisar tierra firme.

La historia continúa en tierra firme

Una vez en tierra firme, quizás nuestros ojos comienzan a mirar lo que antes no vieron. Grandes y viejos edificios históricos e instituciones de otra época rodean el casco histórico del barrio viejo y del puerto.

El muelle hoy no resulta una gran novedad. Sí lo fue en 1901 cuando, construido por el arquitecto Pascal Lefrenz, se convirtió en algo vanguardista.

Entre los viejos edificios se destacan el ex–edificio aduanero, el histórico mercado de pescados y mariscos, la iglesia catedral y, más arriba, la pintoresca calle Baquedano y la plaza principal de la ciudad, cuyo nombre recuerda uno de los héroes de Iquique, el renombrado Arturo Pratt.

Su vieja torre del reloj, ícono y símbolo de la ciudad, le aporta a esta hermosa plaza el toque que le faltaba al barrio histórico de Iquique para parecer antiguo, como relegado en el tiempo. Viejo pero sabio barrio histórico de calles adoquinadas, de pasiones y corazones enfrentados, que vio cómo en sus aguas y en sus rincones se escribía parte de la historia de Chile.

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